Ya que se ha estado tratando el
tema de la legalización de las drogas, hice una versión 2.0 de un artículo que
escribí en el 2011.
Para unos las normas deben ir de acuerdo a la naturaleza
del ser humano. Para otros las normas deben basarse en las consecuencias.
En Ecuador, y en muchos otros países, existen normas que prohíben o limitan la producción,
distribución y consumo de drogas. Por ejemplo, nosotros tenemos la Ley de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas
que regula gran parte del asunto. Pero, como veremos, estas normas que prohíben las
drogas (producción, distribución y/o consumo) irrespetan los derechos que los
individuos tienen por naturaleza y producen consecuencias negativas.
Derecho del individuo
Las personas son propietarias de sus cuerpos y de las cosas
que legítimamente adquieran.
En ese sentido cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo
que desee, siempre que con él no violente las propiedades de otros. Por ende,
el consumo voluntario de drogas que cada persona realiza es totalmente
legítimo, pues al hacerlo no se menoscaba propiedades ajenas.
Los paternalistas podrían decir que la prohibición tiene
como fin proteger la integridad del consumidor, pero ¿quién sabe más
sobre lo que cada uno necesita: los burócratas o los dueños de cada cuerpo? Claro que los segundos. El Estado está lejos de saber qué es lo que necesita
cada individuo. Además, siempre actuamos para pasar de un
estado menos satisfactorio a uno más satisfactorio, por eso quienes libremente
se drogan sólo buscan estar mejor.
Entonces, ¿quiénes somos nosotros para coaccionar a esos consumidores? Nadie.
En la misma línea están los que con sus legítimos bienes
producen drogas. Una vez más, si no se viola las propiedades de otros, estos
productores deben ser libres de comercializar sus productos, así como los
consumidores deben ser libres de poder adquirirlos. En este negocio nadie
coacciona contra nadie, sino que se crea un libre acuerdo entre las partes,
asunto por el cual ningún tercero debe entrometerse. Los dos al contratar
cooperan mutuamente en su objetivo de pasar a un estado mejor.
Por lo tanto, normas que prohíben o limitan el comercio de
las drogas no hacen más que violar el derecho natural de los hombres, es decir,
el de la propiedad.
Consecuencias
La prohibición de las drogas tiene consecuencias
consideradas por muchos como negativas:
Aumenta la criminalidad
Para que los consumidores obtengan las drogas que se
encuentran prohibidas necesitan de productores y distribuidores que sepan
romper la ley de manera exitosa. Pero burlar la ley no es tarea sencilla, se
necesita de muchos recursos.
Estos recursos hacen que las drogas cuesten mucho más que si éstas estuviesen
libres. Para muchos consumidores los precios de las drogas llegan a límites
casi inalcanzables, lo que lleva a que cometan delitos como hurto y robo
para poder conseguirlas.
Entre los recursos que necesitan los carteles está el personal especializado y equipado para enfrentar a la fuerza pública en caso
de que se interponga en su camino, personal que no dudaría en eliminar a todos
aquellos que pretendan hacer caer el negocio, en un palabra: criminales. Y no sólo
eso, sino que en este tipo de negocio se forman muchos que luego ofrecen sus servicios de manera
independiente, como los sicarios.
En todo negocio existe acreedor y deudor,
y cuando entre éstos surge un conflicto contractual que no puede ser resuelto
por ellos mismos tienen la posibilidad de acudir a la justicia ordinaria. Pero esto
no sucede dentro del negocio de las drogas, pues son ilegales, sino que el
cobro de las deudas se maneja de una forma excesivamente violenta y delictual, como con asesinatos, robos, atentados y más.
Y entre toda esta violencia son víctimas muchas
personas inocentes, personas que no tienen nada que ver con el negocio de las
drogas. Los partidarios de la prohibición ansían una buena salud para los
consumidores, ¿pero qué es más justo: que sufran las consecuencias aquellos
consumidores que voluntariamente decidieron drogarse o que las sufran personas
inocentes?
Aumenta el consumo
Esto es interesantemente extraño. El consumo de drogas en
los últimos años ha aumentado pese a que la guerra en contra de ellas se ha
incrementado, según un informe elaborado por la Comisión Global de
Política sobre Drogas de la ONU.
No obstante, en Portugal el consumo disminuyó al dejar en libertad la tenencia
de drogas, resignándose a perseguir como criminales a los
consumidores y enfocándose en ayudarlos a salir de la adicción.
Aumenta la corrupción
Comprar a funcionarios públicos es básico
para el buen desempeño del negocio de las drogas. Si vieron la serie de Pablo
Escobar se darán cuenta de que es así, sino recuerden el caso de los policías
federales en México.
Aumenta el desempleo
El comercio de las drogas crea empleos, así como las tabacaleras, las cervecerías, las farmacéuticas, etc. Acabar con este comercio es acabar con puestos de trabajo en un mundo donde escasean.
Ineficiente gasto público
La meta del Estado de erradicar las drogas de la sociedad es
un asunto tan complejo que hasta ahora no ha podido lograrlo, y nunca lo logrará.
Pero en su terquedad ha decidido armarse hasta los dientes gastando millones de
dólares de los ciudadanos, dinero que bien podría servir para otras causas o, mejor,
dinero que podría permanecer en los bolsillos de los contribuyentes.
De esta manera vemos que los efectos de la prohibición de las drogas no son favorables.
Solución
Se tiene que dejar en libertad el comercio de todas las
drogas. La prohibición viola los derechos de los individuos y conlleva consecuencias fatales. Los Estados deben admitir que perdieron la guerra y
derogar la prohibición, como ocurrió con la Ley Volstead en
Estados Unidos. Sólo queremos una sociedad más libre y pacífica.