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Hablando en términos generales, lo que el mundo conoce sobre Latinoamérica es relativamente poco. En una forma estandarizada, se reconoce en Latinoamérica sus altos niveles de pobreza, corrupción y de criminalidad; sus atractivas mujeres y sus candentes curvas, el famoso “sabor latino” que abarca la calidez interpersonal entre sus individuos y sus naturales habilidades a la hora de bailar; el desempeño de sus naciones en los distintos deportes como el fútbol y volley, la presencia de costumbres diferentes y a veces criticadas en sus individuos, sus paisajes y niveles de turismo, la inmigración, la abundancia de sus recursos naturales y la inestabilidad de sus sistemas políticos.
Existen múltiples explicaciones por las cuales la región latinoamericana padece de estas particulares y, a veces, desfavorables condiciones, sin embargo, la finalidad de este artículo no es detenernos en cada una de ellas, sino centrarnos en el punto de partida donde se encuentra abrigada la naturaleza de nuestra región: La conquista de América, versión de un millenium.
Los hechos nos son conocidos gracias a las clases de historia del colegio, si no les prestaste atención, aquí va sintetizado:
La conquista de América del sur se dio en el siglo XV, encabezada por los españoles y portugueses, quienes arribaron a este “nuevo continente” en 1492. La primera llegada de los europeos a América fue por error, en el intento de encontrar una ruta alterna para llegar a la India.[1]
Es aquí donde empieza lo realmente macabro. Al ver la historia desde los ojos de los españoles podemos mencionar que al arribar, ellos se encontraron con una civilización de nativos que proyectaban condiciones de muy alto desarrollo científico y social, su medio de convivencia giraba entorno a la abundancia de riquezas naturales, su existencia física y espiritual estaba basada en la armonía directa con los distintos elementos de la naturaleza; presentaban costumbres completamente desconocidas; vestían prendas de oro y habitaban en estructuras arquitectónicamente inexplicables; tenían un calendario astral y avanzados sistemas de riego y producción agrícola. La paz espiritual, natural y comunitaria que los rodeaba hacía innecesaria la existencia de armas de fuego.
Al ver la historia desde los ojos de los nativos americanos, las cosas fueron muy diferentes. Ellos divisaron grandes embarcaciones transoceánicas acercándose por el mar, muy parecidas a las que alojarían a los Dioses al momento de visitar sus tierras, de acuerdo a sus antiguas creencias. Según la leyenda Inca, los Dioses llegarían al continente atravesando el océano en grandes embarcaciones para reestablecer la relación entre el hombre y la divinidad.
La relación entre nativos y europeos se entabló en base a una total confusión: los europeos creyeron que aquellos eran habitantes de la India, mientras los nativos creyeron que los Dioses habían arribado. Esto generó una sumisión inmediata de los nativos hacia los colonizadores, brindándoles los mejores de sus frutos junto a las riquezas mas deseadas del continente. Los europeos recibieron el trato que el hombre brinda a un Dios.
Todo iba bien hasta que el instinto humano salió a relucir. A medida que pasaban los días, las riquezas naturales del continente desconcertaban cada vez más a los europeos errados. Los nativos americanos nunca imaginaron que su invaluable y divina -riqueza natural-, de hecho tendría un precio económico en otro lugar del mundo.
Es aquí cuando los “Dioses” recién llegados emprenden una misión con una única finalidad: eliminar al ahora “enemigo” para apropiarse de sus riquezas naturales y así, acrecentar su propio sistema económico. Fue el saqueo más prolongado, auspiciado, organizado, sistemático de toda la historia, con el plus de que fue divinamente justificado por la “Santa” Iglesia Católica de aquellos días. Cuán controversial!.
Al pasar los siglos, los europeos empezaron a reproducirse con los nativos. Para entender correctamente esto, debemos considerar lo siguiente:
Conquista Norte Americana:
Naciones conquistadoras: Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda
Conquistadores: Intelectuales, enciclopedistas, Marinos, en su mayoría.
Conquista Sur Americana:
Naciones conquistadoras: España, Portugal.
Conquistadores: Asesinos, delincuentes y maleantes condenados a muerte.
El producto de la mezcla Euro-Americana en Latinoamérica, no contó exactamente con un potencial genético óptimo o “recomendable” para la fecundación de una nueva sociedad, lo cual, sin lugar a dudas se evidenció en las sociedades venideras.
Una nueva sociedad Latinoamericana
Ya para este este punto de la conquista, se marca una diferencia sustancial en el individuo americano en el siglo XVI debido a que las civilizaciones nativas de América quedaron extintas. América Latina empieza a ser habitada por una nueva civilización resultante de la mezcla entre nativos y europeos criminales. A estos nuevos habitantes se los llamó “mestizos”.
Obviamente, la reproducción acontecida en aquella época no tuvo su causa en las relaciones afectivas ni filiales. La causa principal de la mezcla euro-americana fueron las violaciones. De nuevo, todo se redujo a consecuencias negativas.
Debemos notar que entre los siglos XV-XVI se extinguió toda una raza continental para crearse una nueva raza “mestiza”, por ello, podríamos inferir que la nueva sociedad latinoamericana nace como tal en el siglo XVII.
Continuando con la cronología histórica, llega a Europa la “Revolución Industrial ” en el siglo XVIII como consecuencia de la explosión económica y recursiva que este continente había alcanzado gracias a las riquezas que habían saqueado de la inocente América.
“La cantidad de plata trasladada desde América hacia Europa era suficiente para edificar un puente desde la cima del Potosí (Venezuela) hasta las puertas del palacio Real (España)”[2]
Nuestra Edad.
Mientras Europa cursaba su etapa de máximo desarrollo económico e intelectual en la Revolución Industria y el Enciclopedismo del siglo XVIII, la sociedad latinoamericana recién acababa de nacer hacia un siglo atrás. Es decir, las sociedades latinoamericanas son XVII siglos menores que nuestros grandes y poderosos “hermanos” mayores.
El cálculo debe hacerse en basase a la “edad” evolutiva referencial de las de las potencias Europeas, debemos restarle a ello XVII siglos de desarrollo y podremos entender un poco mejor el contexto latinoamericano.
En conclusión, muchas veces nos enfrentamos a frustrantes situaciones que nos llevan a preguntarnos el porqué de nuestros malestares sociales. La próxima vez que te suceda, respira y recuerda: Somos diecisiete siglos menores.
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